Presentación

MINTZ, Frank (1941-....) ; pseud. Martin ZEMLIAKGuerra de España (1936-1939)

Los libros reseñados vienen subrayados
Nada más antipático que una bibliografía. pero también nada más útil para poder conocer globalmente un tema aunque depende de la capacidad de quién la hace. Ya adelanto que mi enfoque es parecido al de Peirats y Richards, o sea crítico y orientado hacia el respeto de los militantes de base y la creación del comunismo libertario. En las reseñas de los libros elegidos (los más serios), trato de fijar las directrices y la utilidad de cada obra.

El periodo pre-CNT : gigantismo y dispersión 1868-1910
Dos primeras interpretaciones del movimiento obrero aparecen:

"[se iba] hacia un cooperativismo liberal, absolutamente respetuoso con el orden económico vigente [... o] hacia un socialismo de tipo reformista, con pretensiones de intervención legal en el campo de la economía"

(Casimiro Martí: Orígenes del anarquismo en Barcelona p.113)
opuesta a

"La disposición de los obreros españoles hacia los ideales de libertad . . . junto con las características del desenvolvimiento histórico del país"

(Max Nettlau: Miguel Bakunin : La Internacional y la Alianza en España.p.5). Una descripción de los eventos a media distancia de ambos historiadores está en Clara E. Lida Anarquismo y Revolución en la España del XIX. - [1]
C. Martí es un jesuita y M. Nettlau era militante - historiador anarquista. Ambos tienden a arrimar el ascua a su sardina. Así los seguidores de Casimiro Martí caen a veces en los extremos del movimiento anarquista español visto como una futura entidad nacional políticocorporativista : Seguí que de no ser asesinado habría pactado tal vez con la patronal y evitado la continuación del pistolerismo; Pestaña o la parte sensata de la CNT y los flirteos CNT-CNS [2]. -Los turiferarios de Nettlau y él mismo, otras veces, no vacilan en evocar el anarquismo ibérico como una flor anarquista pura y racialmente española [3], -con las secuelas casi místicas que de ahí derivan : la prensa del exilio cenetista en Francia de los 60 no pocas veces salpicaba los artículos de un Viva la inmortal CNT que no deja de recordar las fórmulas de cualquier religión y -desde luego- las de los marxistas leninistas soviéticos (Gloria al PC de la URSS) o búlgaros (Eterna amistad - sobrentendido con la URSS -).
La visión marxista puede ser resumida por Joaquín Maurín en su libro de 1935 Revolución y contrarrevolución en España y el epílogo de 1965 [4]. -Primero afirma :

"La evolución natural del anarquismo es desaparecer, extinguirse. Ya no queda anarquismo más que en España y en algún país atrasado de América. Las causas de que sea así son bastante complejas y no es éste el momento ni el lugar para señalarlas. Sin embargo, en nuestro anarquismo se ha dado el caso de su pronunciado descenso para resurgir luego con ímpetu. (p.102) El anarquismo, moviendo masas de importancia, durante los años 1931-1933 ha sido, paralelamente al socialismo oportunista, una fuerza no revolucionaria. Y en época revolucionaria cuando no se es revolucionario, se trabaja contra la revolución. Mientras que, por su lado, los socialistas apoyaban a la pequeña burguesia, los anarquistas, por el otro, inconscientemente, servían a la gran burguesía contrarrevolucionaria. Su lucha contra los socialistas, no teniendo una conclusión revolucionaria, era reaccionaria. Los anarquistas españoles, si en 1873, al decir de Engels corroborado por Lenin, enseñaron cómo no hay que hacer la revolución, en 1931-1933, volvieron nuevamente a demostrarlo. Su actuación fue asimismo un ejemplo inimitable. (p.107)"

Para la falsedad de la primera cita, véase mi crítica [5]. -Para la segunda, el mismo Maurín se explica :

"En los cuarenta y un años que median entre la escisión socialista-anarquista en el congreso de La Haya y la revolución rusa, el movimiento anarquista fue batiéndose en retirada ante el avance socialista en todas partes, menos en España (y Portugal), en donde el anarquismo, en el siglo XIX, y el anarcosindicalismo, en los comienzos del siglo actual, fue siempre más numeroso y fuerte que el movimiento socialista. Las razones para que el proceso fuese en España distinto que en los otros países son varias ":

Primera. Los anarquistas españoles comprendieron el problema campesino mucho antes que los socialistas, y arraigaron, desde los primeros tiempos, en Andalucía, que es el crisol de la cuestión agraria española. Segunda. Los anarquistas establecieron su base principal en Barcelona, que era el centro industrial del país, mientras que los socialistas lo asentaron en Madrid, capital burocrática de la nación, en donde el proletariado propiamente dicho apenas existía. Tercera. Los anarquistas eran propagandistas formidables e incansables. Publicaban periódicos, revistas y folletos en abundancia. A comienzos de siglo, el semanario Tierra y Libertad, que se editaba en Madrid, se transformó en diario, siendo sin duda el primer diario anarquista que se publicó en el mundo. La editorial Sampere-Prometeo, de Valencia, dirigida por Blasco Ibáñez, publicaba a precios populares toda la literatura anarquista de la época. Los socialistas no concedieron nunca una importancia especial a la propaganda impresa; se contentaban con publicar tres o cuatro semanarios en todo el país. Cuarta. Los anarquistas, aunque el número de intelectuales que formaron parte de sus organizaciones fue muy reducido, hicieron una inteligente política de atracción de ellos, invitándolos a colaborar en sus revistas y periódicos. La llamada generación del 98, que inició una nueva fase en la vida intelectual de España a comienzos de siglo, era intuitivamente anarquista. Los socialistas, en cambio, hasta la segunda década del siglo, desconfiaron de los intelectuales, rechazándolos. Quinta. Los anarquistas eran más combativos que los socialistas. Las insurrecciones campesinas en Andalucía, en el último cuarto del siglo pasado, aunque elementales y equivocadas las más de las veces, encendian la llama de una ansiada liberación, cuyo rescoldo, después del fracaso, no se extinguia nunca. Al calor de ese rescoldo se agrupaban los humildes campesinos y escuchaban la lectura de los folletos de Malatesta y La Conquista del Pan de Kropotkin. Sexta. Los anarquistas comprendieron la importancia que tiene la educación de la juventud para formar los luchadores de mañana, y crearon las escuelas racionalistas, cuyo principal propulsor, Francisco Ferrer, al ser fusilado, en 1909, dio al santoral anarquista un mártir con aureola internacional. Séptima. Los anarquistas practicaron el terrorismo como arma política, y si en algunos casos los resultados fueron negativos, en otros fueron positivos, siendo siempre terribles. Octava. Los anarquistas, perseguidos sin parar, adquirieron la práctica de actuar a la sombra, en la clandestinidad, mientras que los socialistas procuraban no infringir las leyes establecidas. Novena. La dualidad Madrid-Barcelona, Castilla-Cataluña, favorecía a los anarquistas, cuya oposición a Madrid coincidía con la de la clase media catalana. Décima. El anarquismo, un poco místico, quijotesco, aventurero, individualista, estaba mucho más cerca de las características psicológicas del pueblo español, que no el socialismo: frío, esquemático, formulista, disciplinado, reglamentario. Undécima. La primera guerra mundial determinó un rápido desarrollo industrial en Cataluña, con el consiguiente crecimiento del movimiento obrero, encuadrado y dirigido por el anarcosindicalismo . Duodécima. Los anarcosindicalistas comprendieron antes que los socialistas la conveniencia de transformar las sociedades de oficio en sindicatos de industria. La aparición del Sindicato Unico (sindicato de industria) fue revolucionaria y dio a los anarcosindicalistas un tal impulso que alrededor de la Confederación Nacional del Trabajo gravitó la mayoría de la clase trabajadora española. Décima tercera. Y, último pero no lo último, los anarquistas dieron pruebas de una imaginación de la que carecían los socialistas." (p.242-244)

Se puede completar con la visión soviética de 1960, que suelen ignorar los comunistas y marxistas fuera de la URSS, o sea : 1936-1937 (El proletariado español en la guerra nacionalrrevolucionaria 1936-1937) -de Maidanik :

"Otro motivo más importante del robustecimiento y del crecimiento de la influencia anarquista en España fue su mismo carácter organizativo: las agitaciones anarquistas fueron fundamentalmente flexibles, relacionadas con las formas nacionales tradicionales de organización y de lucha, adaptadas al nivel de conciencia de los revolucionarios, y hasta de las masas no maduras. (...) De este modo, en España, el anarquismo no se limitó a la propaganda de las utopías sociales y de los actos terroristas. Propagó las acciones de masas y obtuvo algunos éxitos prácticos. Después de un desarrollo de medio siglo, esta misma tradición del movimiento anarquista se convirtió en una fuerza material seria, factor del robustecimiento posterior de su influencia."


 Por fin, Díaz del Moral, Historia de las agitaciones campesinas andaluzas-Córdoba (antecedentes para una reforma brinda una interpretación positiva similar desde el punto de vista del testigo presencial de centro izquierda o masón ilustrado. Los obreros concientes, como llama a los militantes anarquistas y anarcosindicalistas, son propagandistas constantes en todos los aspectos importantes de la vida diaria, con una capacidad sólida de arrastre, vinculada a una táctica social agresiva e inmediata totalmente adecuada a las circunstancias, a la diferencia de los socialistas y ugetistas.
Ultima interpretación, curiosamente compartida por casi todos los historiadores burgueses españoles y extranjeros : la del anarquismo como respuesta al atraso cultural, o sea una mentalidad religiosa milenarista medievalizante en medio del siglo XX etc. Tema Kaplan en Orígenes del anarquismo en Andalucía ha demostrado la falta de realidad de esta hipótesis estudiando precisamente una zona que debiera de ser la cuna de tal milenarismo.
Y justamente lanzar cualquier idea sobre el anarcosindicalismo español (a base de marxismo -Pierre Vilar, Jacques Maurice y un largo ectétera-, seuda objetividad histórica -Vicens Vives, Älvarez Junco y compañía-) es una cosa, y realizar un estudio serio que la demuestre del todo es otra , mucho más ardua. Y se debe constatar humilde y sencillamente que las mejores y más completas descripciones -muy críticas, por añidura- proceden de los mismos anarcosindicalistas y anarquistas.
Así que una visión global puede obtenerse con : Max Nettlau: La première Internationale en Espagne, y Anselmo Lorenzo El proletariado militante. Los dos libros brindan un material excelente subrayando los problemas de la organización sindical, del terrorismo y del personalismo deletéreo. Es preciso completar la vision con aportaciones serias de historiadores profesionales : La ideología política del anarquismo español (1868-1910) de Älvarez Junco; Socialismo y Anarquismo en Cataluña. Los orígenes de la CNT (1899-1911) de Xavier Cuadrat, que dan una visión casi exhaustiva de temas que no han variado mucho hasta 1936. Sigue muy útil la obra de la compañera Renée Lamberet, en parte actualizada por Moreno Herrero : Movimientos Obreros y Socialistas (cronología y bibliografía) 1700-1939 [6].
Por razones de menor importancia y aportación histórica y teórica, se han dejado de lado autores como M. Bookchin, Gómez Casas, A. Guillén, Balkanski, etc., en el campo libertario, y Termes, Lladanosa, Hobsbawm, G. H. Meaker, R. W. Kern, G. Brey, J. Maurice, etc., ni se han incluido forzosamente todas las obras de los autores citados, como Nettlau, etc.

[1Madrid, Siglo XXI, 1972, 334 pp.

[2Ver : la obra reseñada de Ramón Älvarez y un dossier de Carlos Ramos en la revista Polémica N°- y de Frank Mintz en CPCA N°27, 1984

[3anarquismo temperamental de los españoles Peirats (La CNT en la revolución española, tomo I, introducción

[4París, Ruedo Ibérico, 1966, 289 pp

[5Reseñado aquí : La Piqueta, Madrid 1977, p.14-18; la visión marxista de Nin, Maurin, Arquer y Miratvilles sobre el mismo tema con una brillante refutación de Peiró aparece en Albert Balcells El arraigo del anarquismo en Cataluña (textos de 1926-1932), Barcelona, Redondo, 1973, 177 pp

[6París, Editions sociales,1953,205 pp.; Madrid, ediciones Júcar, 1985