STEVENS, Annick. "La democracia vista por sus inventores"

democraciaSTEVENS, Annick

Este texto, traducido y publicado por Traversales con autorización de la autora, fue publicado en su versión original en francés en la revista Réfractions, número 12, primavera 2004.
Annick Stevens es profesora de filosofía en la Universidad de Lieja, Bélgica.
Revista Trasversales número 8, otoño 2007, versión electrónica

Actualmente, si se evoca la democracia muy poca gente piensa en otra cosa que la democracia representativa. Para nuestros "representantes" políticos y todas sus estaciones repetidoras (prensa, escuelas y, desgraciadamente, numerosos politólogos y filósofos políticos), cualquier otra forma es inconcebible. Si se les recuerda que la democracia directa ha sido aplicada en las ciudades griegas, afirman que es imposible actualmente, ya porque los Estados son entidades demasiado grandes, ya porque la política se volvió demasiado compleja para los no-especialistas. La respuesta de los anarquistas es que nada impide, por una parte, federar pequeñas entidades y, por otra parte, simplificar los sistemas y fomentar la formación de todos los ciudadanos.
Pero la conmoción necesaria para este cambio parece un precio demasiado caro respecto a los beneficios que se obtendrían. ¿En el fondo, quién desea verdaderamente que todos decidan? Nos contentamos con un Estado de derecho dirigido por unos profesionales que, por cierto, se preocupan mucho más de sus propios privilegios que del interés común, pero que aseguran, sin embargo, una relativa seguridad física y económica. Si debe haber un cambio, a la mayoría de la gente le parece más probable que vaya hacia peor que hacia mejor.
El interés de leer a los autores griegos que pensaron en la democracia de su tiempo es ante todo liberarse de las falsas evidencias de nuestra época sobre la organización de una democracia y sobre el papel que juegan los ciudadanos. Filósofos políticos como Hannah Arendt y Cornelius Castoriadis llamaron la atención sobre la utilidad del modelo antiguo para hacer de nuevo de la política un verdadero espacio público. Mi ambición es mucho más limitada, y más adaptada a las reflexiones anarquistas sobre la democracia directa. Me propongo, primero, describir brevemente las instituciones atenienses, para recordar hasta qué punto estaban cercanas a lo que llamamos una organización anarquista; despues, seguir la traza del debate que tuvo lugar entre los filósofos griegos para saber si, por naturaleza, todos los hombres eran capaces de ocuparse de la cosa pública y, sobre todo, cuáles serían las condiciones a instaurar para que esto fuese posible. Veremos así que un buen número de sus argumentos y propuestas son todavía completamente válidos hoy y pueden utilizarse para defender nuestro proyecto de sociedad.

¿Qué es la democracia antigua?